Pues eso, que vaya un momento para ponerse malo, el único fin de semana con sol de los últimos dos meses y tú te quedas en la cama, anda que...
Pues los demás no nos hemos quedado llorando por el enfermo y nos hemos marcado una ruta de las que te hacen volver a casa con la sonrisa tonta en los labios como si fueras el Jocker.
A las 10 ya había gente en la gasolinera, pero hasta las 10:30 estuvieron llegando gente: en atotal 13 motos y 15 moter@s. No teníamos muy claro hacia donde ir y el criterio final fue huir de la niebla. Pues, hala, a Tentudía (menudo criterio: el de un mono haciendo cuentas).La primera que nos cayó empezó a 4km. de Jerez, una de estas húmedas que te empapan hasta los huesos. Daba igual, hacía dos meses que no cogia la moto y una insignificante niebla no me iba a parar y creo que el sentimiento de los demás no difería mucho del mío: todos sabíamos que aquello tenía que acabar. Y lo hizo en Segura de León, donde hicimos una parada para calentar los huesos con un café. Fue aquí donde nos dejaron Jose Luís, Antonio el Aleman y José Adolfo y se nos unió Florian.
Al reanudar el camino una pequeña equivocación del trayecto (cogimos el cruce hacia Fuente de Cantos, en vez de seguir hacia adelante y coger el de Cabeza la Vaca) hizo que el rezagado ("Alkornogüevo") Manolo Carrasco nos adelantase sin darse cuenta y debió pensar que a la moto de Mateo le habían salido alas, pues por mucho que corría no nos cogía: llegó al monasterio como media hora antes que los demás. El trayecto hasta Calera fue de sol y sólo cuando empezamos a subir hacia el Monasterio volvimos a meternos en la niebla: el paisaje era impresionante, las encinas nos abandonaron y un bosque de pinos se nos aparecía a los lados, entre la bruma, como si de un escenario de cuentos se tratara. Arriba el monasterio envuelto en la niebla me recordaba al de "El Nombre de la Rosa", así de mágico e irreal se nos mostraba aquello.






Después de una visita que finalizó con el primer retorcijón de tripas ("¡Acho, vámonos a comer!")
nos fuimos a Monesterio a comer, en una terraza, al sol, daba gusto.


La vuelta fue por Fuente de Cantos, he de decir que la carretera entre Monesterio y Fuente de Cantos es un disfrute para la vista. Bajo el sol de la tarde la estepa ondulada de sembrados convertía la tierra en un tapiz de múltiples tonos verdes y las nubes salpicando su sombra aquí y allá rompían la geometría de los sembrados. y las motos en formación, navegando lentas por aquel mar de sensaciones...
De Fuente de Cantos hasta Medina de las Torres el paisaje pronto cambia y se transforma en olivares, pero la carretera es exigente y está llena de tierra consecuencia de las lluvias de los últimos días y no te puedes recrear tanto en el paisaje, pero es igualmente una delicia.
De Medina a Zafra y de Zafra a casa, últimos kilómetros de unos doscientos, ya son las cinco de la tarde y la sensación de satisfacción dibujada en la sonrisa de la cara, una sonrisa tonta y persistente, como la del Jocker.